
Geográficamente, América del Norte y Europa han liderado históricamente esta adopción, representando conjuntamente cerca del 60% del valor de mercado. Sin embargo, regiones como Asia-Pacífico, particularmente Australia y Nueva Zelanda, junto con mercados emergentes en América Latina, muestran tasas de crecimiento aceleradas, impulsadas por la búsqueda de soluciones constructivas más eficientes y de alta calidad. El avance tecnológico en materiales –desde paneles CLT de alto rendimiento hasta sistemas de aislamiento aerogel– y la robotización de procesos en fábrica han sido catalizadores fundamentales, permitiendo la creación de estructuras con acabados y prestaciones que rivalizan, e incluso superan, a la construcción tradicional. La capacidad de personalización ha pasado de ser una limitante a un diferenciador clave, con sistemas CAD/CAM avanzados que facilitan la adaptación a requerimientos arquitectónicos complejos.
No obstante, la perspectiva académica exige cautela. Si bien la velocidad de ejecución y la reducción de residuos en obra son ventajas cuantificables, la optimización de costos en el segmento premium es más difusa. Los gastos en transporte de módulos de gran tamaño, la necesidad de una logística impecable y las barreras regulatorias heterogéneas entre jurisdicciones continúan siendo retos significativos. Un estudio reciente de la Universidad de Melbourne destaca que, si bien el tiempo de construcción en sitio puede reducirse hasta en un 50%, el costo total de proyecto para viviendas modulares de lujo solo ofrece una ventaja marginal del 5-10% en comparación con la construcción tradicional de calidad equivalente, una vez considerados todos los factores, incluyendo la personalización avanzada y los costos de cimentación y ensamblaje.
Mirando a largo plazo, para el año 2035, el sector premium prefabricado podría consolidar una cuota de mercado del 8-10% en la construcción residencial de alto nivel en economías desarrolladas, desde el actual 3-5%. Esto dependerá críticamente de la estandarización de normativas, la disponibilidad de financiación específica para este tipo de proyectos y, fundamentalmente, de una transformación en la percepción pública y profesional, que reconozca plenamente su valor intrínseco más allá de la mera velocidad. La inversión en I+D para la descarbonización de procesos y materiales, así como la integración con tecnologías de gemelos digitales y modelos BIM, serán cruciales para asegurar su viabilidad y relevancia futura.