
El avance hacia estas fases de BIM representa un salto cualitativo desde el modelado tridimensional. BIM 4D integra la variable tiempo, permitiendo una simulación detallada de la secuencia constructiva. Esto no es solo una visualización; es una herramienta de gestión de riesgos que, al identificar conflictos de programación y cuellos de botella antes de que se materialicen, puede reducir significativamente los retrasos, un factor que, según estimaciones de la Cámara de la Construcción de Uruguay, representaba hasta un 8% del presupuesto inicial en proyectos complejos hace apenas cinco años. La incorporación de BIM 5D, por su parte, añade la dimensión económica, vinculando directamente los modelos con datos de costos y presupuesto. Esto permite estimaciones precisas, análisis de valor en tiempo real y un control presupuestario exhaustivo desde las primeras etapas del diseño hasta la finalización del proyecto. Un informe de la consultora LatAm Construct Analytics de 2024, revela que empresas en Brasil, Chile y México que adoptaron BIM 5D de manera integral, han logrado disminuir los sobrecostos inesperados en un promedio del 12% y mejorar la precisión presupuestaria en un 18%. Este es un diferencial competitivo crucial en un mercado que exige cada vez más transparencia y eficiencia financiera.
En resumen, la adopción de BIM 4D, 5D y 6D ya no es una opción de vanguardia para unos pocos pioneros; se ha convertido en un imperativo económico para la industria de la construcción en Latinoamérica que busca prosperar en 2025 y más allá. Es la hoja de ruta hacia proyectos más predecibles, rentables y eficientes, transformando la manera en que concebimos, construimos y operamos nuestros espacios, marcando el camino hacia una optimización total del capital invertido.