
31/08/2025 l Tendencias
Para Argentina y la región, la evolución de las terminales aéreas implica una ponderación minuciosa de los ‘fingers’ (puentes de embarque), los sistemas de seguridad y los espacios de retail. Cada uno de estos componentes no opera de forma aislada, sino que se interrelaciona, impactando directamente en la experiencia del usuario, la eficiencia operativa y, fundamentalmente, en la línea de resultados de los operadores. Desde una perspectiva de síntesis de mercado, observamos cómo las decisiones de diseño y construcción en estos ámbitos son reflejo de una visión integral que busca optimizar cada metro cuadrado y cada minuto de estancia del pasajero, bajo estrictos parámetros técnicos y económicos.
Paralelamente, la seguridad aeroportuaria, reforzada tras eventos críticos de las últimas décadas, ha transitado de una fase reactiva a una proactiva. La integración de tecnologías como el escaneo biométrico, sistemas de detección de explosivos de última generación y la videovigilancia inteligente exige espacios específicos y flujos de pasajeros diseñados para maximizar la eficacia del control sin generar cuellos de botella excesivos. La inversión en estos sistemas y en la infraestructura que los soporta es mandatoria y sujeta a regulaciones internacionales y locales, constituyendo una partida ineludible del CapEx y OpEx aeroportuario. El reto radica en balancear el rigor normativo con la fluidez del paso del pasajero, ya que demoras excesivas pueden impactar negativamente en la percepción y en el tiempo disponible para el consumo en áreas comerciales.
Aquí es donde el retail adquiere un rol estratégico fundamental. Los ingresos no aeronáuticos, derivados de tiendas, restaurantes y servicios, son cruciales para la sostenibilidad económica de las terminales. El diseño arquitectónico de las zonas comerciales debe ser un ejercicio de ‘ingeniería de flujo’ que guíe al pasajero, una vez superados los controles de seguridad, a través de una oferta diversificada. La ubicación estratégica de los duty-free, la curaduría de la propuesta gastronómica y la inclusión de marcas locales y regionales no solo enriquecen la experiencia del viajero, sino que también actúan como motor de ingreso. La optimización del ‘dwell time’ (tiempo de permanencia del pasajero en la terminal) se convierte así en un objetivo compartido entre operadores de seguridad y gestores comerciales. Un diseño eficiente del ‘path to purchase’ incrementa la tasa de conversión y el gasto promedio por pasajero, aspectos que se analizan con rigor para justificar cada inversión en metros cuadrados comerciales.
En resumen, la convergencia de fingers, seguridad y retail en la infraestructura aeroportuaria de la región no es una mera yuxtaposición de elementos, sino un ecosistema interdependiente donde cada decisión arquitectónica y operativa se evalúa bajo una óptica económica rigurosa. La tendencia conservadora apunta a inversiones estratégicas que aseguren no solo la capacidad y el cumplimiento normativo, sino también una robusta generación de ingresos, consolidando a los aeropuertos como nodos logísticos y económicos vitales y autosustentables.