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Martes, 18 de noviembre 2025
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Rendimiento Estructural: La Nueva Frontera en Materiales Sísmicos

|Interés General
Un análisis profundo de cómo la ingeniería chilena, impulsada por la eficiencia energética, reconfigura el catálogo de materiales para una edificación sismo-resistente de alta performance.
Rendimiento Estructural: La Nueva Frontera en Materiales Sísmicos
La tierra se mueve bajo nuestros pies, una constante recordatorio de la formidable energía tectónica que define nuestro territorio. Desde el Gran Terremoto de Valdivia en 1960 hasta los eventos más recientes en el norte chico y la zona central, cada sismo ha sido una lección maestra, esculpiendo no solo nuestro paisaje sino también nuestra normativa y, crucialmente, la selección de los materiales con los que edificamos nuestros hogares. En 2025, la industria de la construcción chilena ha metabolizado esta experiencia en una síntesis de mercado que prioriza la resistencia estructural y la eficiencia energética, transformando radicalmente la oferta disponible para viviendas en zonas sísmicas. Ya no se trata solo de cumplir un estándar mínimo, sino de superar las expectativas, optimizando el ciclo de vida completo de la edificación desde una óptica energética y de resiliencia.
Rendimiento Estructural: La Nueva Frontera en Materiales Sísmicos
La retrospectiva nos muestra una evolución desde el hormigón armado y acero convencionales hacia compuestos de vanguardia. Hoy, el Hormigón de Altas Prestaciones (HAP), enriquecido con aditivos poliméricos y fibras de acero o polipropileno, domina el segmento de edificaciones de altura media. Según datos del Instituto Chileno del Hormigón (ICH), la adopción de HAP en proyectos residenciales en la Región Metropolitana y Valparaíso creció un 18% entre 2020 y 2024, valorado por su mayor ductilidad y significativa reducción de fisuraciones post-sísmicas, lo que implica una menor necesidad de reparaciones energéticamente intensivas. Paralelamente, el acero grado sísmico mejorado (ASTM A706 G60/G80) ha ganado terreno, con un incremento del 22% en su uso para viviendas modulares prefabricadas, especialmente en zonas como O’Higgins y Maule, debido a su rapidez de montaje, excelente comportamiento dúctil y menor huella de carbono asociada al transporte de componentes prefabricados. La perspectiva energética aquí es doble: la optimización del proceso constructivo y la reducción de la energía gris inherente al ciclo de vida del material.

Emergen con fuerza también los sistemas de madera contralaminada (CLT) y otros paneles de ingeniería, los cuales, si bien representan una cuota menor, han visto un alza del 10% en proyectos piloto de mediana altura en el sur de Chile (Biobío, Los Lagos). Estos materiales, además de su ligereza y resistencia sísmica, ofrecen propiedades termoacústicas superiores, disminuyendo drásticamente la demanda energética para climatización durante la vida útil de la vivienda. Finalmente, la democratización de la aislación sísmica de base y los disipadores de energía, antes exclusivos de infraestructuras críticas, es una realidad: se estima que en 2024, un 5% de los nuevos condominios en el Gran Santiago y Concepción incorporaron estas tecnologías, que mitigan hasta un 80% de las fuerzas sísmicas transmitidas a la estructura. Esta inversión inicial, aunque superior, se traduce en una protección estructural casi total, minimizando el consumo energético de post-terremoto, ya sea por reparaciones menores o por la reconstrucción total, redefiniendo así la ‘resistencia’ no solo como capacidad de no colapsar, sino de mantener la operatividad y reducir la huella energética global en cada vibración de nuestra tierra.

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