
Un aspecto crucial es la eficiencia de recursos. La fabricación modular y prefabricación, potenciada por la automatización en talleres controlados, minimiza drásticamente los desechos en obra y optimiza el uso de materiales. Sensores inteligentes y drones equipados con fotogrametría monitorean el progreso, detectan desviaciones y recolectan datos en tiempo real, lo que permite ajustes predictivos y reduce errores costosos. Esta capacidad de análisis, combinada con la logística automatizada mediante vehículos guiados autónomos (AGVs) para el transporte interno de materiales, garantiza una secuencia de trabajo más fluida y una reducción significativa del consumo energético asociado a retrabajos y movimientos ineficientes.
A largo plazo, las proyecciones indican que esta tendencia no solo mejorará la productividad y la seguridad laboral al desplazar a los operarios de tareas peligrosas o ergonómicamente desfavorables, sino que también redefinirá el perfil del capital humano en el sector. La demanda se volcará hacia especialistas en programación, mantenimiento robótico y análisis de datos. En Argentina, empresas constructoras y desarrolladores están realizando inversiones piloto, con particular interés en la optimización de proyectos de gran escala y en aquellos con estrictos requisitos de certificación ambiental. Los centros de investigación universitarios y el CONICET colaboran en el desarrollo de software y hardware adaptado a las especificidades de nuestros materiales y normativas, impulsando una automatización ‘a la medida’. Este enfoque pragmático y tecnológicamente avanzado posiciona al país en una senda hacia una construcción más predecible, eficiente y, sobre todo, responsable con el entorno.