
Históricamente, la accesibilidad solía abordarse en fases tardías del proyecto, a menudo como un añadido costoso o una solución paliativa. Sin embargo, la perspectiva actual, impulsada por estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Banco Mundial sobre desarrollo urbano inclusivo en Latinoamérica, subraya que la verdadera universalidad se logra solo cuando el diseño sin barreras es inherente al concepto inicial. Un informe de 2023 de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), en colaboración con universidades locales, reveló que la integración de principios de diseño universal en el anteproyecto reduce los costos de implementación de accesibilidad hasta en un 30% en comparación con su aplicación en etapas de obra o post-ocupación. Esta anticipación no solo optimiza recursos, sino que también garantiza una coherencia estética y funcional que las soluciones posteriores rara vez alcanzan.
Ciudades como Medellín en Colombia, o Buenos Aires en Argentina, también están marcando pautas importantes, integrando la accesibilidad en sus planes maestros urbanos y fomentando proyectos que desde su génesis consideran las necesidades de personas con movilidad reducida, adultos mayores y familias con cochecitos. La adopción de esta filosofía en Chile, evidenciada en proyectos habitacionales y de infraestructura pública recientes, proyecta una visión ética de la arquitectura: construir no solo edificaciones, sino también una sociedad más justa, inclusiva y equitativa, donde el entorno construido sea un facilitador de la vida plena para todos sus habitantes.