
11/09/2025 l Interés General
El aumento de eventos climáticos extremos y la intensificación de las amplitudes térmicas diarias a nivel global han exacerbado la susceptibilidad de las estructuras. Un informe reciente del Consejo Mundial de Construcción Sostenible (CMCS) de 2024 subraya que las variaciones climáticas extremas contribuyen a un incremento del 15% en la tasa de aparición de grietas no estructurales en regiones templadas en comparación con la década anterior. Esta situación no solo compromete la estética y el valor patrimonial de las edificaciones, sino que también implica una significativa carga económica. Se estima que, a nivel global, los costos asociados a la reparación y el mantenimiento correctivo de grietas en edificios residenciales y comerciales representan entre el 3% y el 5% del costo total de construcción anual, cifra que a menudo excede los presupuestos de contingencia iniciales. Regiones geográficas como el sudoeste de Estados Unidos, algunas zonas de Australia, el centro de Chile, Japón y la provincia de Mendoza en Argentina, caracterizadas por suelos expansivos o alta actividad sísmica, han liderado la investigación y aplicación de códigos de construcción más estrictos, evidenciando que la respuesta debe ser adaptativa y basada en el contexto.
En cuanto a materiales, la formulación de hormigones de alto rendimiento con aditivos como superplastificantes, inhibidores de retracción y la incorporación de fibras sintéticas o metálicas, ha demostrado mitigar significativamente el riesgo. La estandarización en la instalación de juntas de control, con una separación óptima que suele oscilar entre 4 y 6 metros para mampostería, dependiendo de las propiedades específicas del material y las expectativas de movimiento térmico, es fundamental. Desde la fase de diseño, la aplicación de metodologías avanzadas como el Análisis de Elementos Finitos (FEM) permite predecir y optimizar la distribución de tensiones, minimizando así las zonas de concentración de esfuerzos que podrían derivar en fisuras. Adicionalmente, el monitoreo estructural en tiempo real mediante sensores IoT integrados en la infraestructura emergente ofrece la capacidad de detectar deformaciones incipientes, permitiendo intervenciones preventivas antes de que se manifiesten daños visibles. La academia y la industria convergen en la necesidad de integrar estas prácticas para garantizar edificaciones resilientes y de bajo mantenimiento, cimentando así la calidad de la construcción en el futuro.