El Refugio Cálido: Sabiduría Material y Diseño Consciente en Hogares Uruguayos
La clave radica en la comprensión profunda de la materialidad y la distribución espacial. “No se trata de comprar más, sino de elegir mejor y con propósito,” afirma la arquitecta María Laura Pereira, especialista en interiorismo consciente. En este sentido, la revalorización de elementos autóctonos juega un rol fundamental. La lana cruda uruguaya, por ejemplo, utilizada en mantas, alfombras o incluso paneles decorativos, no solo aporta una textura inigualable y una conexión con nuestra tradición ganadera, sino que también es un excelente aislante térmico y acústico, disponible a costos accesibles. La madera de reuso, obtenida de demoliciones o palets, se transforma en estanterías, revestimientos o mobiliario auxiliar, aportando calidez visual y una historia palpable al espacio, en consonancia con los principios de economía circular que tanto impulsamos desde “Arquitecturar”.
Asimismo, la iluminación estratégica es un recurso de bajo costo y alto impacto. El uso de lámparas de luz cálida, la disposición de espejos para multiplicar la luz natural o la incorporación de velas y chimeneas (incluso decorativas) pueden alterar drásticamente la percepción de confort. Un estudio reciente sobre la percepción del ambiente en hogares montevideanos reveló que el 70% de los encuestados asocia directamente la calidez de un espacio con su iluminación. Los textiles, como cortinas gruesas que retienen el calor en invierno o alfombras que aíslan el suelo frío, son también aliados económicos. Finalmente, la disposición del mobiliario para crear ‘rincones’ o zonas más íntimas, y la integración de elementos naturales como plantas (incluso las de bajo mantenimiento) y pequeñas piezas de artesanía local, refuerzan esa sensación de refugio personal, evocando una conexión con la tierra y la cultura uruguaya, elementos siempre presentes en nuestra forma de habitar.
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