Desde la mirada de 2025, un análisis retrospectivo sobre cómo la inversión en ramblas, miradores y parques costeros cimentó un nuevo horizonte económico para el turismo regional.
El canto de las gaviotas se mezcla hoy con el murmullo de una economía turística fortalecida. Desde la privilegiada perspectiva del 2025, podemos observar con claridad cómo las decisiones de antaño, enfocadas en embellecer y potenciar nuestras ramblas, crear nuevos miradores y revitalizar parques, se han convertido en sólidos pilares de crecimiento financiero para la región. Lo que en su momento fueron proyectos de obra pública que generaron debate sobre su costo y justificación, hoy se revelan como auténticas joyas en la corona de la atracción turística, transformando paisajes en dividendos tangibles para comunidades enteras. Aquellos planes ambiciosos, a menudo vistos como meros embellecimientos o gastos suntuosos, hoy se reconocen como estrategias maestras que redefinieron el valor de nuestros espacios públicos y costeros. Este reporte analítico, con la distancia que nos otorga el tiempo, desglosa el porqué de este éxito, enfatizando el retorno de inversión que esta visión a largo plazo ha significado para el entramado económico de nuestro litoral.
La verdad es que, mirando hacia atrás, la apuesta por la infraestructura turística resultó ser un movimiento astuto. Es simple: más y mejores espacios públicos como ramblas renovadas, miradores con vistas que te quitan el aliento y parques verdes accesibles, atrajeron a mucha más gente. Y no solo estamos hablando de un aumento en el número de visitantes, sino de una permanencia más prolongada y un mayor gasto en servicios locales. Pensémoslo desde el lado de los números, aunque no usemos cifras exactas: cada dólar invertido en esas infraestructuras generó un efecto multiplicador. Los comerciantes de la zona vieron crecer sus ventas, nuevos emprendimientos gastronómicos y hoteleros florecieron al amparo de esta renovada vitalidad, y la creación de empleo, tanto directo como indirecto, fue notable. Las propiedades cercanas a estos ejes de revitalización también experimentaron un incremento en su valor, lo que se tradujo en una mayor riqueza patrimonial para los habitantes y en un aumento de la recaudación fiscal para los municipios. La imagen del destino se elevó, posicionándolo como un lugar de calidad, no solo a nivel local, sino en el panorama turístico latinoamericano, atrayendo a visitantes con un mayor poder adquisitivo. Lejos de ser un ‘gasto’, estas obras se convirtieron en una inversión estratégica que capitalizó el potencial escénico de nuestra geografía, demostrando que embellecer y hacer accesible lo nuestro es, a fin de cuentas, una de las mejores formas de asegurar un futuro económicamente vibrante para todos.